Como hemos comentado en post anteriores la animación socio
cultural se encuentra ligada a las políticas culturales, las cuales hablan de
las acciones prácticas sobre la cultura.
Cuando hablamos de esto irremediablemente nos referimos también
a la necesidad de una democratización de la cultura donde todos los ciudadanos
participen de modo activo. Pero esto no es posible sin una intervención y
acción directa y necesaria para crear una realidad conjunta y cohesionada donde
todos los participantes puedan formar una cultura común y sentirse integrados.
A partir de la participación los ciudadanos se sienten
integrados, se sienten parte de la sociedad y para esto es una democratización
de la cultura que no significa delegación y pasividad sino posibilidad de
participación y capacidad de modificación.
Es necesario entonces para lograr esta praxis una dirigir una intervención y acción hacia la sociedad para que nadie quede excluido de estas políticas culturales de modo que todo el mundo participe y se pueda lograr un mundo lleno de todos aquello que todos queremos, es decir, igualdad, justicia, solidaridad, etcétera.
Pero para que esto se dé es necesario que se nos entrene desde pequeños aportándonos herramientas educativas que nos permitan vivir la democratización de la cultura desde pequeños.
Acabar de hablar sobre la importancia de esta praxis, de esta acción e intervención desde la animación sociocultural y de una cohesión social a través de una cita de Girard (1972):
“La acción cultural tiende a facilitar la expresión de una población por vías individuales y colectivas, en todos los aspectos de su vida cuotidiana. Propone a los miembros de esa población,
teniendo en cuenta el lugar y el momento y por medios específicos, ejercer una
reflexión crítica sobre ellos mismos y la sociedad. La acción cultural es de
hecho, uno de los modos que permite a cada uno comprometerse más
conscientemente en una empresa común de transformación del mundo”.
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